lunes, 7 de marzo de 2016

74 años de matrimonio




















74 años de Matrimonio. 
Francisca 99 años y Florencio 101 años, con hijos, 18 nietos y 17 bisnietos.
Francisca: "Mis hijos están haciendo lo mismo con nosotros, están pendientes de todo, porque les enseñé así, dando ejemplo. ¿Consejos? Mucha paciencia. No repetir aquello que ya sabemos que, al otro, no le sienta bien y que la gente lo piense bien, muy despacio, porque parece una cosa y luego es otra, ¡que los de ahora no saben aguantar! Y esto es para siempre... Aunque por muchos consejos que demos, siempre será difícil acertar..."
Florencio: "Ha sido muy buena madre y muy buena señora para mí y así está todo dicho"
06/03/2016 EL MUNDO

miércoles, 2 de marzo de 2016

    Mi fotoESPECIE PROTEGIDA

    Hablo de las jóvenes profesionales que apuestan por formar una familia y se quedan embarazadas
    Son unas valientes. Algunos dirán que osadas por asumir retos impropios en tiempos difíciles. Cierto que son «retos» en «tiempos difíciles». Discrepo que sean «impropios». Desde mi admiración las califico de «audaces»: por adoptar una decisión generosa; ser capaces de arriesgar; asumir, con consciencia, problemas objetivos; y afrontarlos de buena gana, sabiendo que vale la pena. Por ello, merecen reconocimiento y gratitud. Hablo de las jóvenes profesionales, todas con gran esfuerzo —algunas con importante especialización, inicio de éxito y arduas responsabilidades—, que deciden apostar por formar una familia y se quedan embarazadas del primer, segundo o tercer vástago. Cada caso es único y solo los padres pueden decidir su modelo de familia, en atención a las circunstancias que condicionan hacer realidad su deseo.
    Con su animosa decisión proporcionan: una persona con expectativa de contribuir a mejorar el mundo; un ciudadano para sacar adelante el país; un hermano/a, que será el mejor regalo para el primogénito/a, si lo hay; un nieto, gozo inefable para sus abuelos; un futuro cotizante a la Seguridad Social que garantiza el pago a los pensionistas; en suma, una esperanza de sobrevivencia para este mal llamado «primer mundo», que se extingue por inanición a causa su alarmante baja natalidad.

    Todo se hace realidad por la generosidad de esas madres que, con pocas ayudas y bastante incomprensión socio-laboral, son unas «mártires concepcionistas». Pensando también en esos jóvenes progenitores, escribió Virgilio en la Eneida: «La fortuna sonríe a los audaces». La sociedad, veinte siglos más tarde, debería reconocer en las jóvenes madres, que sacrifican tanto, una «especie protegida» y, después, obrar en consecuencia.

    • 26 feb. 2016
    • ABC
    • FEDERICO FERNÁNDEZ DE BUJÁN